“El kiosco es un negocio familiar, los dueños son los tíos de mis hijos. Ahí trabajan mis hijos y los primos", explicó.
"Mi hijo entra habitualmente a las 6 de la mañana. Ese sábado en Ayacucho hubo un corte de energía y de agua, por lo que decidió entrar a las 7", continuó.
"Yo me levanté para ir a la guardia y le ofrecí llevarlo al local. Cuando llegué al semáforo, vi la cortina del negocio tirada y pensé que habían dejado mal cerrada la ventana y, con la tormenta, se había caído”, rememoró.
“Le ofrecí ayudarle a levantarla pero él dijo que no. Se bajó del auto con la llave del local en la mano. Decidí bajarme lo mismo y cuando llegué a la puerta del negocio escuché a mi hijo decir ‘ey, ¿qué haces ahí?´'', continuó.
"Me asomé y vi a una persona con medio cuerpo adentro. Mi hijo estaba agarrándole los pies y tironeándolo para abajo", añadió.
Finalmente, el delincuente se escapó. Fue ahí cuando ella salió a perseguirlo. "Lo tiré al suelo y le apliqué una llave”, contó.
"Me dijo ¡soltame o te disparo!. Cuando mi hijo escuchó eso, corrió a socorrerme, pero yo no lo solté. Lo sostuve en el piso hasta que llegaron los dueños del local y la Policía", detalló.
Sobre la maniobra, Cristina explicó que se trata de una llave de Jiu Jitsu. "Era imposible que se moviera", admitió.
Si bien dijo que esa acción puede ser mortal, Cristina remarcó que "la idea sólo era retenerlo hasta que llegara la Policía".
"Siempre enseñamos que la idea no es hacer daño, solo contener y controlar", finalizó.
Entrevista de Miguel Clariá.